Hormigon pesado que sostienen en sus espaldas las enomres tortugas de las que creo haber alguna vez escuchado. Tortugas de pieles cansadas y agrietadas de tanto andar, paso a pasito y despues otro. Pared contra pared, otra pared. Techos, antenas, cables. pared sobre techo. Y asi vamos quedando todos apilados, pisandonos las cabezas. Los huecos se llenan a la velocidad del correcamino, y los que quedan en el camino. Todos corren. una mujer en el medio de una avenida con un vestido rojo se deja despeinar por el viento. parece estar bajo agua, suspendida, es la unica. Uno de ellos la mira. Se da cuenta. se detiene. Mira su reloj pulsera y se apura. Se lo vuelve a tragar la tierra en diagonal norte. Las tortugas, sin embargo, siguen lentas, al paso, cargando con el mundo que le hace cosquillas.
maría
viernes, 31 de julio de 2009
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