Anna se desnuda: completamente. De cara a la ventana observa. La nada. El fotógrafo le pide que cierre los ojos y dispara. Anna abre la cortina y trata de descubrir algo. Pero la ventana le muestra la nada. Un mundo de hormigón. La cámara vuelve a encender y apagar el flash y Anna se deja capturar por cada uno de esos instantes. Busca y no encuentra. Nada. Anna apoya su frente en el vidrio y abre enérgicamente sus ojos. La tarde se va volviendo noche y el mundo de hormigón no se despierta todavía. El flash vuelve a encandilar la habitación y Anna se deja hacer porque sigue sin encontrar nada.
Vale
sábado, 1 de agosto de 2009
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