lunes, 24 de agosto de 2009

funeral

Pared de mármol, como el piso, como el frió de la mano de mi abuela que intento cubrir con la mía y no puedo, como la lapida que cubrirá la tierra, que cubrirá el cajón, que cubrirá su cara verdeazulada que empieza a pudrirse. Una gorda que jamás vi en mi vida, de labios y diente pintado de rojo violáceo, se acerca y humedece mi oído con su mas sincero pésame. Pésame…. Pésame mucho…. Como si fuera esta noche la última vez….En letras de plástico blancas sobre un paño negro, el nombre del muerto y los días que empezó y dejo de existir. El paño me recuerda al “día de la foto” de mi primario. El día que las madres vestían a sus niñas con cuellos de puntilla y cintas en el pelo, y las maestras salivaban sus dedos para limpiar las comisuras de los labios de sus alumnos. Entonces el fotógrafo nos iba ubicando uno a uno como muñecos en tres filas, los de atrás parados, los del medio arrodillados y los de delante sentados como indios. Un simulacro de equipo de futbol, donde en vez de pelota sostenía uno de adelante el mismo paño negro, con las mismas letras blancas que recordaban los tiempos felices de tercer grado en 1992.
La gente habla en voz baja, para no despertar al muerto. Los niños corren y se esconden tras las polleras oscuras de las tías abuelas. Una mujer rompe en llanto al lado del cajón y de rodillas queda colgando en convulsiones y sollozos. La desconocida mujer dadora de pésames le acaricia la espalda y le entrega una pañuelito descartable mientras esquiva los niños que juegan a los autitos entre los tacos de sus zapatos ortopédicos. La otra la mira con desconcierto y toma cuidadosamente el pañuelito de papel. Se suena la nariz y lo guarda hecho un bollo en el bolsillo de su saco.
Todo se recicla. Las velas no se consumen porque sus llamas no son llamas sino unas lamparitas anaranjadas que pretenden engañar a los deudos. Todos morimos y todos lloramos a nuestros muertos. Todos nos reponemos y volvemos a reír, a enamorarnos y a putear por la demora del tren… y entonces los muertos resucitan recordados en las sobremesas -entre carcajadas y tinto con soda-

maría

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