El nene espera que lleguen las vacaciones para poder ver a papá. Mamá espera que papá mande la plata para la escuela del nene. Papá espera en una fila interminable de postulantes al mismo puesto. Los inmigrantes esperan que el camión los busque en la frontera. El conductor espera que la policía no lo descubra. La policía espera vigilante un camión lleno de inmigrantes. Papá y los inmigrantes esperan que cambien las leyes y los que hacen las leyes esperan no volver a oír nada más de Papá ni de los inmigrantes.
Nosotros seguimos esperando.
Nico.
viernes, 28 de agosto de 2009
funeral
Texto escrito hace dos años, pero relacionado a la consigna:
Llovía mucho. Todos puntuales, cabizbajos y de luto. No somos nada, a todos nos llega, aunque sea no sufrió la pobre. Rezos emotivos y llantos espasmódicos. En el momento en que el viudo, pálido y demacrado, se aproximaba a la fosa para empezar a colmarla de tierra, pisó un gran charco, resbaló, dio un giro en el aire, cayó adentro y se escuchó un golpe seco. Dos mujeres expulsaron un alarido breve y agudo y seis hombres se acercaron corriendo al lugar donde se encontraba el ataúd. Allí yacía el anciano, contorsionado, con los ojos cerrados. El único de los seis que era médico extendió rápidamente su mano y, durante algunos segundos, apoyó con firmeza tres dedos sobre un costado del cuello del viejo. No. Nada. Estaba muerto. El médico avisó a los concurrentes mediante un gesto. “Siempre quisieron que los entierren juntos”, dijo una mujer entre sollozos.
Nico.
Llovía mucho. Todos puntuales, cabizbajos y de luto. No somos nada, a todos nos llega, aunque sea no sufrió la pobre. Rezos emotivos y llantos espasmódicos. En el momento en que el viudo, pálido y demacrado, se aproximaba a la fosa para empezar a colmarla de tierra, pisó un gran charco, resbaló, dio un giro en el aire, cayó adentro y se escuchó un golpe seco. Dos mujeres expulsaron un alarido breve y agudo y seis hombres se acercaron corriendo al lugar donde se encontraba el ataúd. Allí yacía el anciano, contorsionado, con los ojos cerrados. El único de los seis que era médico extendió rápidamente su mano y, durante algunos segundos, apoyó con firmeza tres dedos sobre un costado del cuello del viejo. No. Nada. Estaba muerto. El médico avisó a los concurrentes mediante un gesto. “Siempre quisieron que los entierren juntos”, dijo una mujer entre sollozos.
Nico.
lunes, 24 de agosto de 2009
funeral
Pared de mármol, como el piso, como el frió de la mano de mi abuela que intento cubrir con la mía y no puedo, como la lapida que cubrirá la tierra, que cubrirá el cajón, que cubrirá su cara verdeazulada que empieza a pudrirse. Una gorda que jamás vi en mi vida, de labios y diente pintado de rojo violáceo, se acerca y humedece mi oído con su mas sincero pésame. Pésame…. Pésame mucho…. Como si fuera esta noche la última vez….En letras de plástico blancas sobre un paño negro, el nombre del muerto y los días que empezó y dejo de existir. El paño me recuerda al “día de la foto” de mi primario. El día que las madres vestían a sus niñas con cuellos de puntilla y cintas en el pelo, y las maestras salivaban sus dedos para limpiar las comisuras de los labios de sus alumnos. Entonces el fotógrafo nos iba ubicando uno a uno como muñecos en tres filas, los de atrás parados, los del medio arrodillados y los de delante sentados como indios. Un simulacro de equipo de futbol, donde en vez de pelota sostenía uno de adelante el mismo paño negro, con las mismas letras blancas que recordaban los tiempos felices de tercer grado en 1992.
La gente habla en voz baja, para no despertar al muerto. Los niños corren y se esconden tras las polleras oscuras de las tías abuelas. Una mujer rompe en llanto al lado del cajón y de rodillas queda colgando en convulsiones y sollozos. La desconocida mujer dadora de pésames le acaricia la espalda y le entrega una pañuelito descartable mientras esquiva los niños que juegan a los autitos entre los tacos de sus zapatos ortopédicos. La otra la mira con desconcierto y toma cuidadosamente el pañuelito de papel. Se suena la nariz y lo guarda hecho un bollo en el bolsillo de su saco.
Todo se recicla. Las velas no se consumen porque sus llamas no son llamas sino unas lamparitas anaranjadas que pretenden engañar a los deudos. Todos morimos y todos lloramos a nuestros muertos. Todos nos reponemos y volvemos a reír, a enamorarnos y a putear por la demora del tren… y entonces los muertos resucitan recordados en las sobremesas -entre carcajadas y tinto con soda-
maría
La gente habla en voz baja, para no despertar al muerto. Los niños corren y se esconden tras las polleras oscuras de las tías abuelas. Una mujer rompe en llanto al lado del cajón y de rodillas queda colgando en convulsiones y sollozos. La desconocida mujer dadora de pésames le acaricia la espalda y le entrega una pañuelito descartable mientras esquiva los niños que juegan a los autitos entre los tacos de sus zapatos ortopédicos. La otra la mira con desconcierto y toma cuidadosamente el pañuelito de papel. Se suena la nariz y lo guarda hecho un bollo en el bolsillo de su saco.
Todo se recicla. Las velas no se consumen porque sus llamas no son llamas sino unas lamparitas anaranjadas que pretenden engañar a los deudos. Todos morimos y todos lloramos a nuestros muertos. Todos nos reponemos y volvemos a reír, a enamorarnos y a putear por la demora del tren… y entonces los muertos resucitan recordados en las sobremesas -entre carcajadas y tinto con soda-
maría
domingo, 23 de agosto de 2009
panico, o algo asi
Una tela rancia de tapiceria cae detrás de su espalda y lo protege ( o lo abandona) en la oscuridad mas perfecta del detrás de escena. La respiración que no llega a ningún lado, ruidosa como sifón de soda vació, y las manos…. Las manos transpiradas desde las que se escurre las pocas partes de letra que aun recuerda, mientras las va olvidando. Blanco. Mente en blanco y piernas que tiritan sobre un piso astilloso. La piel de pollo, de pollo que espera ser degollado desplumado y hervido en puchero. La saliva como brea en la orilla de un mar inmenso, pegajosa, negra, intragable. El cuerpo entumecido y el pensamiento empacado. Una luz que enceguece, luz que acusa y pide declaraciones y si no picana. Dale habla o sino te cocinamos. Y después las risas. Risas desde las profundidades. Risas que señalan el cuerpo desnudo, los pies de pato y el pito dormido. La brea que empasta la garganta y asfixia. Espera paralizado y convulsiones a la vez el veredicto de su emperador, la mirada de sus verdugos. Los otros, los que ríen, o peor aun los que callan, los que tosen. No hay letra, no hay aire, todo tiembla, todo se desmorona. Se sube el telón.
maría
maría
Vilma caminaba hacia la escuela con la felicidad pintada en el rostro. Anoche su papá llegó con ese regalo tan ansiado. “Cerrá los ojos” le dijo y le puso en las manos la cajita- “podés abrirlos” Y Vilma con el corazón acelerado comprobó lo que que esperaba ¡Los marcadores Silvapén con florcitas de colores! De un salto se prendió al cuello de su papá –“¡gracias papi, te quiero! y salió corriendo a su habitación a probarlos. Era una cajita de seis, la grande era muy cara, aparte con los colores primarios mas el verde, el negro y el marrón era suficiente.
Esa noche durmió con la cajita bajo la almohada. Pensaba en el momento en que se los mostraría a Bertelle, su compañera de banco. Ella los tenía hacía más de una semana. Ya en el aula los sacó orgullosa y trabajó con ellos en el cuaderno de clase, cuidando de tapar cada uno al dejar de usarlo para que no se secaran. Ese recreo jugó más contenta que nunca...pero al volver al aula sintió que se le paraba el corazón, la desesperación no le permitía reaccionar. Estaba inmóvil con la vista fija en la cajita con cinco marcadores..¡faltaba uno!, faltaba el marcador rojo. Como en un sueño sentía que todo daba vueltas a su alrededor, se dio cuenta que todos los ojos se posaban en ella “sentate,” le decían “¿Qué te pasa?” La vos de la maestra hizo que desviara la mirada hacia ella “Sentate que tengo que explicar la división” Pero Vilma no reaccionaba; sus ojos abiertos miraban a la maestra suplicante. Una lágrima se deslizo por su mejilla: “Me falta el rojo” balbuceó sin que pudieran escucharla, “¿qué? Vilma rompió a llorar. La maestra trató de consolarla y le prometió que al finalizar la explicación lo buscarían.
La maestra escribía números en el pizarrón, Vilma miraba la cajita de marcadores de su compañera, completa, y la de ella que era nueva sin el marcador rojo ¡Era injusto!.
En un descuido le sacó el marcador y lo colocó en el lugar vacío de su caja. El aire volvió a llenarle los pulmones, la sonrisa le iluminó la cara. “Señorita, ya encontré mi marcador” gritó inocentemente, sin pensar que inmediatamente su compañera comprobaría la falta y comenzaría a acusarla de ladrona. Vilma sintió que el corazón le latía a toda velocidad, su cuerpo se endurecía sin permitirle salir corriendo, sus ojos abiertos reflejaban el pánico que se apoderaba de su persona al ver que todas sus compañeras la miraban con ojos acusadores, un calor intenso subió por sus mejillas que se tornaron color rojo granate....Una nube bloqueó su mente y Vilma, después de tantos años, no puede recordar cómo se resolvió el problema, pero nunca pudo olvidar la vergüenza que aún hoy, al recordar ese día le hace subir un fuego por las mejillas tiñéndolas de rojo granate.
Alicia
Esa noche durmió con la cajita bajo la almohada. Pensaba en el momento en que se los mostraría a Bertelle, su compañera de banco. Ella los tenía hacía más de una semana. Ya en el aula los sacó orgullosa y trabajó con ellos en el cuaderno de clase, cuidando de tapar cada uno al dejar de usarlo para que no se secaran. Ese recreo jugó más contenta que nunca...pero al volver al aula sintió que se le paraba el corazón, la desesperación no le permitía reaccionar. Estaba inmóvil con la vista fija en la cajita con cinco marcadores..¡faltaba uno!, faltaba el marcador rojo. Como en un sueño sentía que todo daba vueltas a su alrededor, se dio cuenta que todos los ojos se posaban en ella “sentate,” le decían “¿Qué te pasa?” La vos de la maestra hizo que desviara la mirada hacia ella “Sentate que tengo que explicar la división” Pero Vilma no reaccionaba; sus ojos abiertos miraban a la maestra suplicante. Una lágrima se deslizo por su mejilla: “Me falta el rojo” balbuceó sin que pudieran escucharla, “¿qué? Vilma rompió a llorar. La maestra trató de consolarla y le prometió que al finalizar la explicación lo buscarían.
La maestra escribía números en el pizarrón, Vilma miraba la cajita de marcadores de su compañera, completa, y la de ella que era nueva sin el marcador rojo ¡Era injusto!.
En un descuido le sacó el marcador y lo colocó en el lugar vacío de su caja. El aire volvió a llenarle los pulmones, la sonrisa le iluminó la cara. “Señorita, ya encontré mi marcador” gritó inocentemente, sin pensar que inmediatamente su compañera comprobaría la falta y comenzaría a acusarla de ladrona. Vilma sintió que el corazón le latía a toda velocidad, su cuerpo se endurecía sin permitirle salir corriendo, sus ojos abiertos reflejaban el pánico que se apoderaba de su persona al ver que todas sus compañeras la miraban con ojos acusadores, un calor intenso subió por sus mejillas que se tornaron color rojo granate....Una nube bloqueó su mente y Vilma, después de tantos años, no puede recordar cómo se resolvió el problema, pero nunca pudo olvidar la vergüenza que aún hoy, al recordar ese día le hace subir un fuego por las mejillas tiñéndolas de rojo granate.
Alicia
lunes, 17 de agosto de 2009
ENCIERRO EN EL PARAISO
Tendria que estar pasandolo muy bien. Todo el mundo en Barcelona dice: "Que suerte", "Menuda vida te pegas" cuando lee mi estado en el facebook, que no miente, pero esconde. No miente, pero no dice todo. "Sabeis lo de la playa con palmeras? Pues aqui estoy. Morro de Sao Paulo. Brasil" Y esto es verdad, voy todo el dia descalza con los pies en la arena bajo unas palmeras y con un coco en la mano. Si hasta mi habitacion tiene un balconcito con hamaca. Una postal en el cristal de una agencia de viajes. Pero no acabo de encontrarme del todo. Todo el dia conmigo misma. Almorzar sola...bueno, pero a una le cuesta cenar con una vela, solo con una vela. y envidia a la pareja del lado que conversan y se besan, a lo mejor dentro de cinco minutos se pelean y se sienten mal, pero yo tampoco lo sabré. Porque nos encerramos en el desasosiego rodeados de todos los ingredientes para el pastel de la felicidad paradisiaca? Porque sentirse encerrado en el aburrimiento de uno mismo cuando dispone de todo el tiempo y toda la libertad?
Bueno, voy a empezar por no juzgarme por sentirme así. Seguiré con decirme: solo es que tienes que aprender; despues me dispensare un poco porque llevo mucho tiempo lejos de mi casa, lejos de la gente que mas me quiere (eso si que es el paraiso). I finalmente sacaré herramientas de rescate y distracción: respirar, libros, observar, mas libros, escribe lo que sientes (bueno y que estoy haciendo?), duerme, respira hondo! no te olvides, otro libro y acepta que te sientes como te sientes y no como te deberias sentir.
12/08/2009
Morro de Sao Paula. Bahia. Brasil.
Al atardecer, cenando.
Sara.
Bueno, voy a empezar por no juzgarme por sentirme así. Seguiré con decirme: solo es que tienes que aprender; despues me dispensare un poco porque llevo mucho tiempo lejos de mi casa, lejos de la gente que mas me quiere (eso si que es el paraiso). I finalmente sacaré herramientas de rescate y distracción: respirar, libros, observar, mas libros, escribe lo que sientes (bueno y que estoy haciendo?), duerme, respira hondo! no te olvides, otro libro y acepta que te sientes como te sientes y no como te deberias sentir.
12/08/2009
Morro de Sao Paula. Bahia. Brasil.
Al atardecer, cenando.
Sara.
domingo, 16 de agosto de 2009
Surgio de encierro, pero sigue medio encerrado.... se me estan entumeciendo las ideas... necesito de ustedes pronto
Brilla el sol. Siento que traspasa el ventanal y me alcanza con mas fuerza. Ella se acerca y me saluda como si me conociese. Me acerca un plato de aluminio o algun otro material que me responde con un reflejo. Tiene dos pastillas, una roja y otra blanca. Miro la pastilla, la puedo ver. Miro su brazo que es gordo y peludo. La miro a ella, que me sonrie. Yo le sonrio. Me ofrece un vaso de vidrio con agua. Por alguna razon confio.. Me vuelve a sonreir, en este lugar la gente sonrie por demas. Sonrisas de extraños que no comprendo. Veo su culo como dos barriles de vino achicarse a media que se aleja…. Brilla el sol, lo siento en mi cara. Un pasillo vacio. No cantan pajaros pero el sol brilla. ¿Quién es usted? ¿me conoce? Sonrio respondiendo a su sonrisa. Trae bolsas de plastico: Un frasco de café y unas galletitas que según dice son mis preferidas. Una sombra se aproxima a mi barbilla, y una tela suave y blanca me acaricia y seca mi saliva goteante. No lo habia notado. El lo noto. Quizas sepa guardar el secreto. Me sonrie. ¿Qué como estoy? Lo miro, sonrio, no contesto y el cree que no lo entiendo. No lo conozco, o quizas si y lo he olvidado. Usted conoce a Pieter? Pieter es mi hijo. Quizas sea amigo de mi hijo o algun embajador que viene a saludarme en nombre del rey. Los embajadores suelen ser muy correctos y suelen sonreir a cada rato como este hombre. De que se rie? no lo comprendo ¿lo conozco? Brilla el sol. Debiera ir de visita a lo de tante Vic y tomar una chocolatada caliente antes de salir hacia la clase de atletismo. Tengo que avisar al equipo que no olviden llevar la nueva camiseta que hoy…. Ya se va? Waar gaat jij? Mischien naar tante vic? Wij kuneen samen gaan…Brilla el sol. Lo puedo sentir en mi cara. Cierro los ojos para no olvidar nunca la sensación. Ahí esta mi amiga la ardilla. Alle Meisje kom. Venite dale que tengo algo para vos que guarde de la cena. Eso, muy bien. Es para usted. Lo guarde para usted. La gorda hace sonar una campana de mano y me mira como esperando mi respuesta. Se abre una puerta a mis espaldas de donde sale una mujer muy mayor, casi pelada, ayudandose con un andador. Me sonrie, todos aquí sonrien. La gorda se acerca, me toma de atrás y me ayuda a levantarme. Me sonrie y me acompaña hasta la mesa donde otros ancianos me esperan, sonriendome. Y ahí me deja, y ahí me quedo, mirando fijamente la sopa.
maría
Brilla el sol. Siento que traspasa el ventanal y me alcanza con mas fuerza. Ella se acerca y me saluda como si me conociese. Me acerca un plato de aluminio o algun otro material que me responde con un reflejo. Tiene dos pastillas, una roja y otra blanca. Miro la pastilla, la puedo ver. Miro su brazo que es gordo y peludo. La miro a ella, que me sonrie. Yo le sonrio. Me ofrece un vaso de vidrio con agua. Por alguna razon confio.. Me vuelve a sonreir, en este lugar la gente sonrie por demas. Sonrisas de extraños que no comprendo. Veo su culo como dos barriles de vino achicarse a media que se aleja…. Brilla el sol, lo siento en mi cara. Un pasillo vacio. No cantan pajaros pero el sol brilla. ¿Quién es usted? ¿me conoce? Sonrio respondiendo a su sonrisa. Trae bolsas de plastico: Un frasco de café y unas galletitas que según dice son mis preferidas. Una sombra se aproxima a mi barbilla, y una tela suave y blanca me acaricia y seca mi saliva goteante. No lo habia notado. El lo noto. Quizas sepa guardar el secreto. Me sonrie. ¿Qué como estoy? Lo miro, sonrio, no contesto y el cree que no lo entiendo. No lo conozco, o quizas si y lo he olvidado. Usted conoce a Pieter? Pieter es mi hijo. Quizas sea amigo de mi hijo o algun embajador que viene a saludarme en nombre del rey. Los embajadores suelen ser muy correctos y suelen sonreir a cada rato como este hombre. De que se rie? no lo comprendo ¿lo conozco? Brilla el sol. Debiera ir de visita a lo de tante Vic y tomar una chocolatada caliente antes de salir hacia la clase de atletismo. Tengo que avisar al equipo que no olviden llevar la nueva camiseta que hoy…. Ya se va? Waar gaat jij? Mischien naar tante vic? Wij kuneen samen gaan…Brilla el sol. Lo puedo sentir en mi cara. Cierro los ojos para no olvidar nunca la sensación. Ahí esta mi amiga la ardilla. Alle Meisje kom. Venite dale que tengo algo para vos que guarde de la cena. Eso, muy bien. Es para usted. Lo guarde para usted. La gorda hace sonar una campana de mano y me mira como esperando mi respuesta. Se abre una puerta a mis espaldas de donde sale una mujer muy mayor, casi pelada, ayudandose con un andador. Me sonrie, todos aquí sonrien. La gorda se acerca, me toma de atrás y me ayuda a levantarme. Me sonrie y me acompaña hasta la mesa donde otros ancianos me esperan, sonriendome. Y ahí me deja, y ahí me quedo, mirando fijamente la sopa.
maría
jueves, 13 de agosto de 2009
se cae?
Hoy jueves se cayo el encuentro, y a mi me pego doble porque habia caido el jueves pasado. Quedamos consignas por mail. La distancia y el desncuentro.
un abrazo de fondo
un abrazo de fondo
martes, 11 de agosto de 2009
Tengo que hacerlo
Tengo que escribir, me repito. Tengo que escribir para el blog y para mí. Tengo que conseguir trabajo y tengo que pagar todas mis deudas. Tengo que mirar menos tele y leer más (acá había escrito escribir). Tengo que hacerlo porque sí. No tengo claras las razones pero en mi cabeza una voz insiste: tenes que hacerlo.
Y yo me rebelo, sigo mirando la tele, escribiendo poco y leyendo nada. Sigo sin mandar curriculums y hablandolo en terapia, para no resolverlo. Pero en mi cabeza una voz insiste y yo no le hago caso. No se cuanto más podré evitarla.
Pero tengo que hacerlo.
N.A: podría clasificarlo para la consigna del encierro o dejarlo así como lo pensé, sin consigna, por puro gusto.
Vale
Y yo me rebelo, sigo mirando la tele, escribiendo poco y leyendo nada. Sigo sin mandar curriculums y hablandolo en terapia, para no resolverlo. Pero en mi cabeza una voz insiste y yo no le hago caso. No se cuanto más podré evitarla.
Pero tengo que hacerlo.
N.A: podría clasificarlo para la consigna del encierro o dejarlo así como lo pensé, sin consigna, por puro gusto.
Vale
lunes, 10 de agosto de 2009
El jueves que pasó
El jueves pasado decidimos tomar la calle. Salimos a hacer un trabajo de campo y para las tres de la tarde estabamos en el Café La Paz en Corrientes y Montevideo, Ali, Franco y yo. Escribimos un poco, leímos otro tanto y charlamos mucho. Cuando lo divisé a Alejandro Apo en la calle, Franco salió disparado a saludarlo y yo fui atrás (Ali nos puteó porque no lo pudo saludar) y seguimos. Respetamos las consignas que había propuesto Nico por email y agregamos El Encierro que propuso Franco. Nada de escribir del bar, aunque también lo habíamos planteado. Salieron algunas cosas interesantes pero lo más lindo fue la charla. Hablamos entre los ruidos del bar, entre los famosos, que yo, cholulisima, iba marcando (no saben los tacos divinos que tenía Natalia Fassi) y nos matamos de la risa.
Fue una experiencia divina, que queremos repetir con ustedes.
La seguimos el jueves, espero.
Vale
Fue una experiencia divina, que queremos repetir con ustedes.
La seguimos el jueves, espero.
Vale
viernes, 7 de agosto de 2009
ENCIERRO
La puerta está abierta
pero ella se siente encerrada
Está abierta de par en par
pero ella no se atreve a traspasarla
Tímidamente se acerca a la salida
enseguida retrocede, asustada
El le dijo que se quedara adentro
él no quiere que ella salga
Ella quiere ver el sol
él quiere tenerla en sombras
Vuelve a acercarse despacio
si aunque fuera se asomara...
la vos de él la atormenta
rebota entre sus dos sienes
le apretuja la garganta
quiere gritar y no puede
Quiere salir ala luz
esa luz que conocía aunque...
ahora resulte extraña
Las sombras le quitan vuelo
pero aunque lenta camine
y no pueda despegar
el encierro la protege
en la luz no sabe andar
La puerta sigue allí, abierta
ella elije no salir más
Ël dejó la puerta abierta
sabe que no necesita
volver a cerrarla más
pero ella se siente encerrada
Está abierta de par en par
pero ella no se atreve a traspasarla
Tímidamente se acerca a la salida
enseguida retrocede, asustada
El le dijo que se quedara adentro
él no quiere que ella salga
Ella quiere ver el sol
él quiere tenerla en sombras
Vuelve a acercarse despacio
si aunque fuera se asomara...
la vos de él la atormenta
rebota entre sus dos sienes
le apretuja la garganta
quiere gritar y no puede
Quiere salir ala luz
esa luz que conocía aunque...
ahora resulte extraña
Las sombras le quitan vuelo
pero aunque lenta camine
y no pueda despegar
el encierro la protege
en la luz no sabe andar
La puerta sigue allí, abierta
ella elije no salir más
Ël dejó la puerta abierta
sabe que no necesita
volver a cerrarla más
miércoles, 5 de agosto de 2009
techos
Recuerdo con perfecta nitidez aquel sábado decembrino, semanas antes del fiasco del Y2K. Aquel día fue el Bar Mitzvah de mi mejor amigo, salón alquilado, arreglos florales, buffet de primera, cientos de sillas pulcras con moños elaborados. Sillas tristes y vacías, preguntándose qué hacer, bostezando de aburrimiento. Aquél día llovió de una manera que Noe hubiese quedado boquiabierto; y todos los invitados, toda la capital y alrededores se encapsularon en sus cuatro paredes, petrificados ante una naturaleza que irrumpía en el paisaje urbano, lo desbordaba, se adueñaba de él y lo desgarraba con la ira de una estampida de búfalos. De la montaña descendían rocas de siete, diez metros. Rocas que arrasaban personas, casas, autopistas. “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella”, decía Chávez en cadena nacional. “Y la venceremos”, dicen algunos que acotó luego.
Entre los escombros de su domicilio playero Dana pudo rescatar una foto, tesoro solitario, imagen que escapó al desastre como si hubiese estado rodeada por un aura protectora. Sólo eso, una tierna, inocente foto que le tomaron cuando ella tenía cuatro años. Y me la regaló.
Dos o tres días duró la catástrofe. Trágica muerte del único comediante venezolano que lograba hacerme reír. Decenas, quizá cientos de miles vieron con impotencia inefable el agua que arrastraba lo único que tenían en sus vidas. Pero los techos, sobre todo los techos permanecieron tatuados en mi retina. Techos de paja, de lata, de cartón navegaban serpenteantes en medio de la corriente furiosa de aquel diluvio arrasador que no entendía de miserias, como en un cuento de Rulfo.
Nico.
Entre los escombros de su domicilio playero Dana pudo rescatar una foto, tesoro solitario, imagen que escapó al desastre como si hubiese estado rodeada por un aura protectora. Sólo eso, una tierna, inocente foto que le tomaron cuando ella tenía cuatro años. Y me la regaló.
Dos o tres días duró la catástrofe. Trágica muerte del único comediante venezolano que lograba hacerme reír. Decenas, quizá cientos de miles vieron con impotencia inefable el agua que arrastraba lo único que tenían en sus vidas. Pero los techos, sobre todo los techos permanecieron tatuados en mi retina. Techos de paja, de lata, de cartón navegaban serpenteantes en medio de la corriente furiosa de aquel diluvio arrasador que no entendía de miserias, como en un cuento de Rulfo.
Nico.
oscurece
– Oscurece – dice Jacinto
– Así parece – contesta Manuel
– Apuremos el paso – y le pega una patadita al burro
– Antes de que venga el frío
– Y el viento
– Y la muerte
– Como le pasó a don José
– Pobre don José, tan bueno que era
– Ni tanto
– …
– La golpeaba a doña Clara
– ¡No!, incapaz don José
– Que sí, coño, que la golpeaba
– Tantos años de silencio, entonces, pobre doña Clara
– Ni tan pobre
– …
– Que se lo encamaba a Horacio, el capataz – dice Manuel, y se acomoda el sombrero que las ráfagas de la colina pretenden arrebatarle
– ¿Y don José, sabía?
– No, pero lo mismo la molía a cachetazos
– Quién lo hubiera pensado, tan bueno que parecía el Horacio
– Buen estafador será; esas tierras eran robadas, tenían sangre sembrada
– Por algo se decía por ahí que esos tomates tenían como un sabor raro
– Por algo se vendían tan poco
– Pobres tomates
– Sí, pobres
– …
– …
– Apuremos el paso – dice Miguel
– Sí, ya oscurece – contesta Jacinto, y le pega una patadita al burro
Nico.
– Así parece – contesta Manuel
– Apuremos el paso – y le pega una patadita al burro
– Antes de que venga el frío
– Y el viento
– Y la muerte
– Como le pasó a don José
– Pobre don José, tan bueno que era
– Ni tanto
– …
– La golpeaba a doña Clara
– ¡No!, incapaz don José
– Que sí, coño, que la golpeaba
– Tantos años de silencio, entonces, pobre doña Clara
– Ni tan pobre
– …
– Que se lo encamaba a Horacio, el capataz – dice Manuel, y se acomoda el sombrero que las ráfagas de la colina pretenden arrebatarle
– ¿Y don José, sabía?
– No, pero lo mismo la molía a cachetazos
– Quién lo hubiera pensado, tan bueno que parecía el Horacio
– Buen estafador será; esas tierras eran robadas, tenían sangre sembrada
– Por algo se decía por ahí que esos tomates tenían como un sabor raro
– Por algo se vendían tan poco
– Pobres tomates
– Sí, pobres
– …
– …
– Apuremos el paso – dice Miguel
– Sí, ya oscurece – contesta Jacinto, y le pega una patadita al burro
Nico.
sábado, 1 de agosto de 2009
Oscurece
Oscurece. Sus ojos se llenan de tierra y de hojas y de noche. Oscurece y el techo se le viene encima pesado, hermético, inviolable. Oscurece y las horas han declarado paro y no hay quien diga lo contrario. Oscurece y las manos se le ponen frías y los labios secos, duros. Oscurece y todo lo que sabía se borra de repente y desaparece para siempre.
Oscurece así por primera vez.
Vale
Oscurece así por primera vez.
Vale
Hormigón
Anna se desnuda: completamente. De cara a la ventana observa. La nada. El fotógrafo le pide que cierre los ojos y dispara. Anna abre la cortina y trata de descubrir algo. Pero la ventana le muestra la nada. Un mundo de hormigón. La cámara vuelve a encender y apagar el flash y Anna se deja capturar por cada uno de esos instantes. Busca y no encuentra. Nada. Anna apoya su frente en el vidrio y abre enérgicamente sus ojos. La tarde se va volviendo noche y el mundo de hormigón no se despierta todavía. El flash vuelve a encandilar la habitación y Anna se deja hacer porque sigue sin encontrar nada.
Vale
Vale
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