Sus cientoveintitantos, ya perdio la cuenta, kilos desparramados en aquel sillon de dos plazas. Restos de delivery en su mesa, en su camiseta, en la frazada, entre su barba de hace dias. Los ojos astillados fijos en los labios que, al ritmo de una mojarrita recién salida del agua, van vomitando sonidos en español neutro. Olor a humo, a pedo, a sudor impregnado, a leche cortada. La cara sudada y vuelta a secar, las imágenes que se siguen unas a otras iluminandole la cara, la sordida risa que le produce el coito de unos elefantes por animal planet y un eructo que corona la escena.
maria, seca por dentro
jueves, 17 de septiembre de 2009
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