Se pasaría horas, días enteros a orillas de la vía mirando el ir y venir de los trenes.
Siempre le gustó viajar en tren, cerrar los ojos y conectarse con el ritmo uniforme que propone el paso del gigante por las vías...como un mantra que lleva a su mente a otras dimensiones.Cierra los ojos y vuela, viaja por mundos desconocidos, nuevas realidades. ¿Hacia dónde quiere ir?
Abre los ojos, las casas con las ropas secándose en las sogas pasan rápido, como los árboles.¿Quién dijo que los árboles no corren? Él hace años que los ve correr apurados hacia el camino contrario al de su tren...ese tren que lo lleva... ¿Adonde?
Cierra los ojos nuevamente. Ahora tiene seis años. Vuelve de la escuela pensando en el juguito de tomate que le tendrá preparado su mamá. Abre la puerta, todos lloran. Su abuela lo abraza,su hermano está tirado en la cama boca abajo ahogando el llanto. ¿Dónde está mamá? Nadie contesta, nadie se atreve. Su papá lo alza: "Mamá murió"...murió, murió murió murió murióooooo...La palabra retumba dentro de su cabeza golpeándole el alma. Sale corriendo. Su hermano se levanta, lo alcanza:"Mamá se fue con el tren" ¿Adonde? "Se tiró abajo del tren" lo escucha gritar mientras su cabecita de seis años gira dentro de un vacío que nunca podra llenar.
Vuelve a abrir los ojos. Ahora son metros y metros de campo y alguna vaca con su tonta mirada las que corren huyendo de él.
¿Hacia dónde quiere ir? No lo sabe pero en el tren siente que el vacío duele menos, se achica.
Quizás el tren no lo acerque a ningún lado y en ese rumbo desconocido,sin destino, sólo quiere experimentar el desaliento que pudo llevar a su madre a arrojarse a las vías entregándose a su paso.
ALICIA
miércoles, 9 de septiembre de 2009
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