No se a que hora comenzó todo. Solo recuerdo que fue en ese momento exacto en que el sol se desvanece cansado y la noche empieza a alumbrar. Vos me mirabas temblorosa y asustada con la piel arrugada. Con ese color indefinido entre negro y verde en tus ojos.
Repetías, imitándolo: puta, puta, puta y se te mezclaban lágrimas con rimmel. Yo te seguía cómo podía. Mientras que guardada celosa de todo ese momento en mi caja de recuerdos. Para contármelo después. Para llorar después. Para odiarlo a él que te hacía correr. Y escapar. Y perderte.
No se a que hora comenzó todo. Solo recuerdo que vos estabas triste y que yo me sentí por un momento más tu mamá que tu hija. Que pensé en decirte algo pero no pude porque tuve ganas de vomitar todo el tiempo.
Habían pasado muchas horas (no se cuántas) y a él le seguía brotando sangre del pecho. Y a vos, llanto. Y a mi, miedo. Y a los vecinos, murmullos. Y al policía, gritos.
Cuando volvió a salir el sol habían pasado más horas de las que yo sabía contar. Te busqué por todos lados y cuando no te vi quise salir y una mujer gorda, uniformada me agarró por los hombros y me pidió: ahora no, después.
Habían pasado muchas horas cuando te volví a ver. Ya no repetías ninguna palabra. No me mirabas y yo no podía verte los ojos porque los tenías cerrados, sellados. Pero yo no quise guardarme ese recuerdo en ningún lado y me escapé para no verte. Para no sentir tu piel, ahora lisa, muerta.
No se a que hora comenzó todo. Solo recuerdo que fue en ese momento exacto en que el sol se desvanece cansado y la noche empieza a alumbrar.
Vale
sábado, 5 de septiembre de 2009
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